Llevamos años de cambios extraordinarios en nuestro mundo. Los marcos de referencia –convenciones y reglas que hemos usado durante décadas para medir la evolución del entorno económico y social – se han transformado por completo en muy poco tiempo. Traten de imaginar su respuesta si hace sólo 10 años alguien les hubiera hecho estas predicciones para 2018:
- Alibabá puede vender online en un solo día 25.300 millones de dólares.
- En Youtube se consumen cada día 1.000 millones de horas de vídeo en 76 idiomas.
- Facebook tiene más usuarios activos, más de 1.600 millones, que habitantes China.
- Siete de los doce mayores grupos empresariales por capitalización bursátil son plataformas digitales.
En nuestro sector, con el móvil como una única puerta de entrada, estos ecosistemas digitales ofrecen al consumidor una variedad cada vez más amplia de productos y servicios, rompiendo las fronteras entre actividades e industrias. Pero, sobre todo, estamos avanzando hacia un entorno competitivo en el que la analítica de datos y la inteligencia artificial son capaces de transformar los hábitos, deseos y comportamientos de los consumidores en soluciones personalizadas disponibles en milésimas de segundo.
Miremos este complejo mundo de algoritmos desde el ángulo del consumidor. Hasta hace poco tomaba sus decisiones de compra a partir de una experiencia lineal y física, sobre la base de una interacción humana y, en cierta medida, controlada por los comerciantes. La tecnología ha decantado la balanza de su lado, otorgando al consumidor pleno poder para decidir qué compra, cómo, dónde, cuándo y a qué precio.
Ante la avalancha de cambios, nuestro propósito principal no cambia: dar respuesta a los consumidores del siglo XXI. Y si estos están permanentemente conectados, el comercio está obligado a estar con ellos y crear nuevas oportunidades de negocio (…) SIGUE LEYENDO EL DISCURSO COMPLETO