La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, AESAN, ha celebrado hoy su XX Aniversario con dos mesas técnicas y científicas sobre los retos de futuro. La primera de ellas ha estado centrada en el ámbito nutricional, el sobrepeso y la obesidad, temas prioritarios para esta Agencia. La segunda ha abordado el futuro de la seguridad alimentaria en el contexto social, económico y de sostenibilidad ante la crisis ambiental actual, teniendo muy presente las nuevas tendencias y nuevas formas de comercialización de alimentos que se han potenciado en los últimos años y, principalmente, durante el periodo de pandemia.
Nuestra Directora de Medio Ambiente, Calidad y Seguridad, Idoia Marquiegui, ha recordado que «no debemos trivializar la seguridad alimentaria, que debe seguir siendo el pilar estratégico en todas las acciones y políticas que se aprueben, y debe mantenerse un enfoque de las decisiones basado en la ciencia, aprovechando lo aprendido en la implementación de las normativas de seguridad alimentaria en los últimos años».
En un entorno de claro cambio en las tendencias del consumo y de nuevos requerimientos legislativos, que afectan asuntos tan importantes como la lucha contra el desperdicio, la sostenibilidad, el aumento de los productos de proximidad o el comercio online «el reto principal desde el punto de vista de seguridad alimentaria es mantener el actual nivel de seguridad alimentaria, que en este momento es altísimo«, ha reiterado Marquiegui.
En este sentido, es muy importante el liderazgo de la AESAN para coordinar las políticas de distintas administraciones, como ha venido haciendo con gran éxito en los últimos años, y para dar coherencia a las propuestas legislativas de otros ámbitos. De igual modo, es esencial el papel de EFSA (European Food Safety Authority) en su papel de aprobación de criterios científicos armonizados en la UE.
Marquiegui ha recordado que «es una prioridad de nuestras empresas avanzar hacia un modelo de alimentación sostenible y saludable». De hecho, han sido pioneras en asuntos como la reducción del desperdicio, la disminución del uso de envases, el bienestar animal, la introducción de productos ecológicos o la mejora de la información al consumidor.
«Pensamos que debe existir flexibilidad en la forma en que las empresas pueden alcanzar objetivos y aplicar soluciones. Con un enfoque de las normas basado en incentivos, armonizado en la UE, con base técnica, con tiempo suficiente para adaptarse. En resumen, sin imponer medidas que puedan ser incompatibles con los modelos de negocio de las empresas, y por supuesto que sean coherentes con la seguridad alimentaria«, ha concluido Marquiegui.