El progresivo aumento de la presión fiscal y la proliferación de nuevos impuestos están deteriorando la competitividad fiscal de España, es decir, la capacidad del modelo tributario para generar más actividad y atraer nuevas inversiones. Según el último informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE) sobre Competitividad fiscal 2023, «el endurecimiento de la fiscalidad empresarial en España ralentiza el crecimiento económico».
En opinión del IEE «la necesaria mejora de la economía española, vía aumentos de la productividad, así como el necesario reequilibrio de nuestras finanzas públicas requiere de la consecución de una fiscalidad competitiva y comparable con nuestro entorno y que fomente la actividad empresarial, las inversiones y el empleo”. Y recuerda que “tenemos un problema de deficiencia técnica legislativa en el ámbito fiscal, que genera ligiotisidad e inseguridad jurídica”, dos factores muy relevantes para las empresas.
Entre los datos del informe, destacan:
- La recaudación tributaria en España marcó récord histórico en 2023, con una previsión de ingresos tributarios que avanzó a un ritmo superior al del PIB, dejando la presión fiscal en España en el entorno del 39% del PIB.
- Las empresas aportan en España un 32,4% de la recaudación frente a un 25,8% de media en la UE.
- Según el Índice de Competitividad Fiscal (ICF) de la Tax Foundation, España en 2023 estaba entre las economías de la OCDE con peor competitividad fiscal (puesto 31 de 38), habiendo perdido 8 puestos desde 2019.
- La presión fiscal normativa, entendida como la carga de gravamen que el diseño del sistema fiscal introduce en las economías, es un 17% más elevada que la media de la UE.
- Las dos figuras tributarias en las que España tiene una mayor presión fiscal normativa son la imposición empresarial (sexta más gravosa de la OCDE) y la imposición patrimonial (segunda).