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Alfonso Merry del Val, presidente de ANGED: «Yo ruego, alerto y manifiesto»

By 04/04/2020junio 19th, 2023Actualidad4 min read

Reproducción columna de opinión publicada en elmundo.es

Esta crisis sanitaria y sus consecuencias serán el mayor desafío social y económico de los últimos 80 años. Con realismo, tenemos que aceptar que va a llevar meses superar los impactos, sólo si existe una honrada y eficaz colaboración público-privada. Necesitamos ser capaces de poner todos los recursos técnicos, financieros y humanos allí donde más se necesiten, haciendo prevalecer el interés general sobre cualquier otro.

Para nuestro sector, las huellas de esta crisis serán muy profundas. Por el lado del gran consumo, está siendo ejemplar el esfuerzo de las empresas, empleados y proveedores de la cadena para garantizar el abastecimiento de alimentos y productos básicos en toda España, de forma segura y siguiendo las recomendaciones de higiene y prevención en todo momento. En esta situación excepcional, muy compleja desde el punto de vista humano y operativo, nuestras empresas están demostrando una enorme eficacia y un altruismo que no tiene precio. Como no lo tiene el heroico trabajo de nuestros sanitarios, fuerzas del orden público, fuerzas armadas, farmacéuticos y tantos otros.

Muy grave es en cambio el parón total de actividad que vive el resto del sector, con las tiendas cerradas y un escenario de contingencia muy severo. El escenario actual es una incógnita y el mayor temor de las empresas: sin ventas, no hay ingresos y es realmente complejo hacer frente a compromisos de pago (nóminas, impuestos, cotizaciones sociales, proveedores, etc.).

Pese a todo, todas nuestras empresas y sus trabajadores se están volcando en aportar su granito de arena: el hotel “medicalizado” de El Corte Inglés, las donaciones de prendas básicas de Tendam o C&A, las camas de IKEA para hospitales y residencias, la aportación de dispositivos tecnológicos de MediaMarkt o los materiales básicos para la producción de EPIs de Leroy Merlin son sólo unas pocas de las decenas de acciones y donaciones de las empresas, grandes o pequeñas, porque todo el sector comercial se está volcando en ayudar a salir de la crisis.

Tenemos que atajar la crisis sanitaria y, en ese sentido, la capacidad de empresas y ciudadanos para apoyar las medidas excepcionales de confinamiento son ejemplares. Pero también tenemos que evitar la quiebra de miles de empresas y la destrucción de millones de empleos. Para ello, el diálogo social y el apoyo del Gobierno a la labor de los empresarios es absolutamente determinante.

Todas las medidas que aseguren la liquidez del tejido empresarial, la flexibilidad para ajustar su capacidad productiva y sus plantillas, así como el alivio de las cargas fiscales y sociales serán positivas. Tenemos dar flexibilidad a las empresas, para asegurar la actividad del mayor número de ellas en esta fase crítica.

En otros términos: miles de empresas, ahora paradas y sin ingresos, tendrán que cerrar en los próximos meses si se encuentran nuevas barreras para ajustar sus plantillas al nivel real de actividad, si no tienen acceso efectivo y rápido a la liquidez y si no reciben ningún tipo de rebaja en sus cargas tributarias. En consecuencia, el resultado en términos sociales y económicos puede ser nefasto.

Yo alerto a los responsables públicos de su obligación de escuchar al sector empresarial. De lo contrario, podemos incurrir en daños sociales todavía mayores y alargar la recuperación.

Yo ruego a los responsables públicos que materialicen su obligación de ser generosos y comprensivos también con el sector empresarial privado, grande o pequeño, porque los problemas para mantener empleo y crearlos en el futuro son comunes. El sector público-privado se necesitan más que nunca, su colaboración es indispensable.

Yo manifiesto que los empresarios podemos y queremos jugar un papel clave en la recuperación del crecimiento y del empleo en España. No hay otro proyecto común más poderoso en estos momentos. Solo eso manifestamos, máximo diálogo y coordinación sin idealismos políticos ni demagogia.

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