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Seis ideas para mejorar el futuro Reglamento de Envases y Residuos de Envases de la Unión Europea. Por Nick Dornheim, de EuroCommerce

Por 24/01/2024Actualidad, Blog, Sostenibilidad6 minutos de lectura

Esta tribuna ha sido escrita por Nick Dornheim, Consejero en sostenibilidad y medioambiente de EuroCommerce, para Creadores de Opinión Verde #CDO , un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEverde.

La distribución minorista y mayorista son importantes usuarios de envases y, por tanto, siguen de cerca la revisión de la propuesta de Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR) que tiene lugar en estos momentos en las instituciones europeas.

La propuesta de la Comisión Europea se publicó en noviembre del año pasado con el objetivo general de reducir la cantidad de envases y su impacto en el medio ambiente, utilizando más envases reutilizables y reciclables.

La distribución apoya la armonización de las normas de la UE sobre envases y la existencia de un verdadero mercado único de residuos, que facilite las ventas transfronterizas.

Un estudio conjunto con McKinsey, estima que nuestro sector necesita invertir entre 10.000 y 20.000 millones de euros desde 2023 hasta 2030 para aumentar la circularidad de los envases.

Por ello, el nuevo reglamento debería apoyar al comercio en sus esfuerzos, además de aportar claridad y seguridad jurídica.

Por lo que estamos oyendo en el Parlamento Europeo y en los debates en el Consejo, los colegisladores tienen que acertar en los 6 puntos siguientes para que esta legislación sea un éxito y para garantizar que funcione y sea beneficioso para el medio ambiente, para los consumidores, para los fabricantes de envases y para los usuarios de envases, incluidos los 5 millones de empresas de la distribución minorista y mayorista de Europa:

  1. El Reglamento debería apoyar a las empresas en sus esfuerzos por utilizar menos envases y abstenerse de obligarlas a utilizar un formato de reutilización específico, como la recogida en las tiendas, cuando otras iniciativas e innovaciones podrían ser más apropiadas. Los sistemas de recogida, que están siendo impulsados por los legisladores, no son necesariamente -en contra de la creencia popular- la mejor solución medioambiental. Las tiendas ya instalan este tipo de sistemas allí donde son útiles, en función de varios factores que deben tenerse en cuenta. Entre ellos, la idoneidad y frescura limitadas de los productos, la posible contaminación cruzada por alérgenos, el riesgo de etiquetado inexacto, el posible desperdicio y deterioro de los alimentos, la necesidad de garantizar las normas de higiene y el espacio adicional.
  2. La elección del envase óptimo debe basarse en una evaluación del impacto ambiental que abarque toda la cadena de valor. Deberían tomarse en cuenta requisitos de reutilización realistas, basados en un análisis objetivo y con base científica, para dar a la distribución la flexibilidad necesaria para desplegar las soluciones que mejor funcionen para sus tiendas, sus productos y sus clientes.
  3. El etiquetado de los envases es muy importante para el comercio; por lo tanto, es fundamental definir las funciones y responsabilidades de todos los agentes económicos a lo largo de la cadena de suministro, de acuerdo con las actividades bajo su control. Debe concederse a las empresas un plazo mínimo de 36 meses para prepararse y adoptar los nuevos requisitos de etiquetado. La propuesta también representa una oportunidad para impulsar el etiquetado digital y debe ser tecnológicamente neutra para permitir que se utilicen medios distintos de los códigos QR para el etiquetado.
  4. La nueva normativa sobre envases debe armonizarse y garantizar la libre circulación de mercancías. Necesitamos una reglamentación con normas claramente definidas y armonizadas a escala de la UE para crear un mercado único de residuos. Creo que todos queremos evitar situaciones en las que un país exige que los envases lleven una etiqueta nacional específica mientras que el Estado miembro vecino prohíbe esa misma etiqueta. Y para garantizar la aplicación uniforme de estas nuevas normas en los Estados miembros de la UE, el Reglamento debe garantizar el reconocimiento mutuo de los acuerdos entre los Estados miembros y la ventanilla única aduanera de la UE.
  5. Todos apoyamos el objetivo de un mayor contenido reciclado en los envases: así reducimos el uso de recursos vírgenes. Sin embargo, los responsables políticos deben prestar atención a la disponibilidad de material reciclado en el mercado y asegurarse de que existe el marco jurídico y la infraestructura de reciclado de residuos adecuados para que puedan cumplirse los objetivos.
  6. Muy importante para los minoristas de alimentación y los supermercados son las prohibiciones previstas de los envases, que podrían tener una contaminación cruzada de los residuos y el medio ambiente. El sector lleva años participando en el debate sobre cómo reducir los envases de plástico, y los minoristas han hecho mucho por reducir su uso de plástico en la medida de lo posible. Un buen ejemplo es el famoso pepino envuelto en plástico y que viaja largas distancias, por lo que es necesario envolverlo para evitar la contaminación cruzada y el desperdicio de alimentos. Las prohibiciones de envasado deberían tener debidamente en cuenta los numerosos factores, a menudo contradictorios, que influyen en la elección del envase óptimo o incluso en la ausencia de envase.

Para hacer bien su trabajo, el comercio minorista y mayorista necesitan garantizar la libre circulación de mercancías. La actual propuesta de envases podría perturbar los sistemas existentes, que funcionan bien, y establecer, en el peor de los casos, requisitos inviables en materia de reciclabilidad, reutilización y contenido reciclado.

Las tiendas y los mayoristas necesitan acciones de apoyo y capacitación, así como plazos, directrices, periodos de transición y medidas de acompañamiento claros y oportunos.

Asegurémonos, por tanto, de que conseguimos la actualización de las normas de envasado de la UE que necesitamos urgentemente, y que puede guiarnos hacia un desarrollo más sostenible en los próximos años y décadas sin poner en peligro la competitividad de las empresas en Europa.

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