La evolución demográfica, la sostenibilidad y la transformación digital están cambiando de forma estructural nuestro sector, el modelo de negocio de las empresas y el panorama competitivo.
Es necesario abrir un debate sensato sobre el futuro del comercio y construir un marco normativo moderno y eficiente, que garantice mayor libertad comercial a todos los operadores.
El comercio encadenó en 2018 su quinto año de crecimiento, con un avance del 0,8%, gracias a una mejora del cuarto trimestre (1,9%). Factores como la recuperación del mercado inmobiliario han impulsado las ventas de bienes de equipamiento del hogar (4,5%). Por su parte, los grandes formatos comerciales avanzaron un 0,4%, con una evolución el último trimestre del 2,7%.
Más allá de la coyuntura de moderación del crecimiento prevista para este 2019, desde ANGED consideramos que es necesario observar los tres grandes vectores que están cambiando de forma estructural el comercio. Por un lado, la evolución demográfica y social que da lugar a nuevos estilos de vida y hábitos de compra. Por otro lado, el compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente para hacer más eficientes las empresas. Por último, una transformación digital totalmente disruptiva que está replanteando por completo los modelos de negocio, la gestión de las empresas y el panorama competitivo.
Desde ANGED estimamos que es fundamental abrir un debate sensato sobre estas cuestiones, con iniciativas como el Observatorio de Comercio 4.0 que ha impulsado el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Entre todos, tenemos que avanzar hacia marco regulatorio moderno, que impulse una mayor libertad comercial y medidas que permitan hacer más competitivos a los menos eficientes, sin perjudicar la competitividad de los que ya se están adaptando al nuevo entorno de consumo.
Básicamente, consideramos urgente replantear los siguientes aspectos:
- Una simplificación normativa que reduzca los costes de transacción, las barreras al crecimiento de las empresas y los costes de oportunidad que hoy suponen las más de 300 normas de ámbito estatal, autonómico y local que soporta el comercio.
- Un marco fiscal que impulse la competitividad de las empresas y no genera discriminación entre modelos de negocio, canales de venta y tipos de empresas. Como por ejemplo ocurre ahora con el Impuesto sobre Grandes Establecimientos Comerciales de algunas comunidades autónomas.
- Un impulso decidido a la libertad comercial, que ayude a las tiendas físicas a adaptar sus horarios de venta a la realidad del entorno de consumo actual.
- Un impulso a la digitalización de las empresas, la formación y capacitación de nuevos perfiles profesionales, para incorporar el mayor número posible de comercio a la era digital.
La Comisión Europea ha situado a España como el segundo país de la UE con más barreras operativas al comercio. Mantener esta deriva regulatoria y una fragmentación cada vez mayor del mercado tendrá altos costes en términos de inversión y empleo. Estamos a tiempo de construir juntos un entorno más favorable para las empresas, de mayor libertad comercial, que responda a la realidad del consumidor.