La decisión del Gobierno de la Comunidad de Madrid de liberalizar los horarios de apertura del comercio ha suscitado un gran debate empresarial y político. El modelo de Madrid choca frontalmente con el que se ha aplicado en muchas comunidades. Pero en un momento tan complejo para la economía como el actual, son más voces las que se suman a una mayor liberalización del comercio, que permita estimular el consumo, crear empleo y, sobre todo, complementar la actividad de otros sectores dañados por la crisis. Por ejemplo, el turismo.
“Es un misterio. No entiendo por qué las tiendas de ropa cierran en domingo. Los fines de semana vienen muchos turistas a Madrid y Barcelona y es en vacaciones cuando más predispuesto estás a comprar: te sientes relajado, de buen humor y te apetece premiarte. Las compras son una de las principales partidas del turismo y, por ende, de la economía en general, sobre todo en un país como España ¿no?”, argumentaba en una entrevista a El País James Bidwell, director de marketing de Value Retail, propietaria de outlets como Las Rozas Village en Madrid o La Roca en Barcelona.
La misma perplejidad suscita este asunto en otros sectores, como por ejemplo el de los cruceros internacionales que trabajan en España. Según datos del último Internacional Cruise Summit celebrado en Madrid, España es el segundo destino de este sector en Europa, por detrás de Italia. En total, unos 4,9 millones de cruceristas visitan las ciudades de costa del Mediterráneo y el Cantábrico. Con un saldo económico más que favorable: un gasto de 1.200 millones de euros y la generación de 25.000 puestos de trabajo. Sin embargo, buena parte de esos cruceristas se han topado con la sorpresa de desembarcar en muchas ciudades un domingo y encontrar las calles desiertas.
La reforma legal introducida este año por el Gobierno de Baleares para liberalizar los horarios del centro de Palma responde, precisamente, a la necesidad de dar servicio a los cruceros y turistas que llegan a la ciudad en temporada baja. En general, siempre se ha ligado el sector turístico a la hostelería, la restauración, las agencias de viaje o las aerolíneas. Pero el comercio resulta un atractivo turístico de primera magnitud que complementa de manera perfecta la oferta turística de cualquier destino español, si existe una legislación flexible y una promoción adecuada.
Bidwell, que antes de trabajar en Value Retail estuvo al frente de la oficina Visit London, sabe de esto. La capital inglesa ha situado al comercio como una de las piezas clave de su oferta turística. “Londres, Madrid y Barcelona son los principales destinos en cuanto a turismo de compras, según The Economist. Es una pena perder la oportunidad de vender cuando hay turistas con ganas de comprar. Pero lo que realmente me preocupa es que los viajeros puedan decidir ir a otro lugar”, apuntaba en El País.
Precisamente, en esa línea de construir una oferta turística más poliédrica y adaptada a los nuevos hábitos de consumo, los hoteleros de Barcelona han reclamado abrir los domingos. “No tienen sentido los horarios comerciales actuales”, apuntó Jordi Clos, presidente del Gremio de Hoteleros de Barcelona. En su opinión, la liberalización de ejes comerciales claves, como el Paseo de Gracia, “crearía empleo y puestos de trabajo”. Otras ciudades turísticas como Figueres y Ávila han abierto el debate con un denominador común: el comercio forma parte indisoluble de las posibilidades de ocio y gasto de los visitantes. Incluso puede convertirse en un factor de atracción de turistas para las grandes ciudades.