Turismo y comercio constituyen dos caras de la misma moneda. Desde este blog ya se ha argumentado en otras ocasiones la contradicción que supone restringir los horarios de apertura de las tiendas en un país que recibe cada años millones de visitantes extranjeros. En la práctica, supone desaprovechar una oportunidad de generar ingresos y riqueza para la economía y, en última instancia, discrimina al comercio frente a otros servicios que sí pueden abrir en domingos y festivos, como el ocio, la restauración, espectáculos, etc.
Las zonas de gran afluencia turística definen precisamente espacios de interés especial en los que el comercio disfruta de mayor libertad de horarios para dar servicio a los visitantes. El problema es que no es tan fácil responder a la pregunta de qué es una zona de gran afluencia turística, porque no ha habido unos criterios básicos para concretar este tipo de espacios ni tampoco un método común. Son los ayuntamientos los que solicitan la delimitación de la zona de afluencia turística. Después son las comunidades autónomas las que aprueban o no esas áreas. Otras veces son las comunidades las que proponen los municipios sujetos a zona de gran afluencia turística.
¿Qué criterios se siguen? La casuística es bastante variada por eso el Gobierno ha tratado de definir unos “criterios básicos objetivos”: municipios de más de 200.000 habitantes o una afluencia importante de turistas (un millón de pernoctaciones hoteleras o más de 400.000 viajeros de cruceros). En el plazo de seis meses, las 14 ciudades que cumplen alguno de estos requisitos tendrán que elevar a la comunidad su propuesta de zona de gran afluencia turística.
En el fondo, sólo se intenta motivar a los ayuntamientos y las comunidades para que utilicen las herramientas de flexibilización de horarios que ya tenían a su disposición. Pero no soluciona el problema que ya se está dando en la realidad. Muchas zonas de gran afluencia turística se delimitan de forma tan estricta que discriminan a determinados formatos comerciales, en especial, a los más grandes. Por tanto, no suponen un avance efectivo hacia la libertad de horarios comerciales para adaptarla a la demanda de los turistas.